--------------------------------------------------------------------------------
Seguramente no hay nadie como ella. No quiere ser estrella, ni tampoco va de diva. No va de diferente, simplemente es real. No es que se sienta sola, solamente se ha perdido. No busca la fortuna, no quiere nada de nadie, solo que la abracen cuando esta sola en su baile. Ella es fuerte por fuera y por dentro no lo es tanto, pues no le interesa que la gente oiga si llanto. Cada paso de su vida ella es quien lo decide. Hace tiempo se dió cuenta que nada le hace sonreír, pero eso no es motivo para que ella desvaríe, si no. no sería ella. Chica, saca esa sonrisa que ilumina el cielo, quiero que se vean tus ojos, no te los tapes con el pelo, que si estan mojados, te aseguro que todo pasa. Eres la mejor princesa, ¿Por qué no te valoras, no ves todo lo que vales? No seas tonta, no te rayes, eres fuerte y tu lo sabes.

Que el mundo te pille bailando.

Sé donde te encuentras ahora mismo. Tus pies miran al este, estás tumbado boca abajo, tu mano izquierda cuelga entre la cama y la pared. Me juego lo que quieras a que tienes la pierna derecha estirada y la izquierda un poco flexionada. Llevas exactamente 76 minutos en esa posición. Estás dormido. Y quizá esté invadiendo un pequeño hueco entre tus sueños. Jamás lo sabremos. También sé como es el olor de tu piel los días que se te olvida echarte colonia. Y me conozco exactamente cada una de las marcas que aparecen en tu cara cuando achinas los ojos para tratar de ver mejor de lejos porque no llevas las gafas. He recorrido tu cuerpo entero, saltando de lunar en lunar. Sabría reconocer el roce de tus muelas entre un millón de ruidos, y ni hablar de cuando sumerjo mis dedos en tu mullido pelo, debe ser igual que cuando los ángeles tocan las nubes. No sé que ha sido del tímido roce de tu nariz por los distintos rincones de mi cuerpo. Ya nadie agarra mi mano cuando voy caminando por la calle y la estiro hacia atrás. Nadie pasea conmigo, agarrados, como dos niños de parvulitos que se pueden perder y no se deben separar. ¿Por qué ya nadie aparta lentamente el pelo de mi cara y posa sus labios sobre mi mejilla? Ya nadie me besa en la frente ni aprieta mis hombros contra su pecho. Ya no hay domingos en mi calendario, nadie visita mi cama después de comer. ¿Dónde ha quedado que no sea el helado quien se derrite, sino nosotros al compartirlo? Yo tenía horario para la televisión, era viernes y sábados a partir de las 23:30, dime que han cambiado las horas, o los días, porque hace mucho tiempo que no la veo. Querido Mimí, siempre he odiado las despedidas. Pero hay muchos tipos de despedidas, y tengo una que es mi favorita. Me la enseñaste tú. Gratificante saber que un adiós se vuelve a convertir en un hola en tan solo cuestión de horas. Gracias, supongo. Siempre supe que a la larga habría infinidad de canciones que detestaría escuchar. Ya no puedo mirar al cielo antes de dormir. Las estrellas no dicen lo mismo que antes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario